Ya queda menos para la gran fiesta de la Pascua. La pascua no es una fiesta ajena a lo que pasa en el mundo. Los hombres estamos muchas veces ciegos, porque miramos sin amor y sin corazón solidario. Este domingo nos va a recordar que Jesús nos viene a curar todo tipo de ceguera, porque es como el gran sol que brilla en la oscuridad del mundo.
Lectura del primer libro de Samuel 16,1b. 6-7.10-13a
N.- En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
«Llena tu cuerno de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey».
N.- Cuando llegó, vio a Eliab y pensó:
S.- «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido».
N.- Pero el Señor le dijo:
«No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón».
N.- Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo:
S.- «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor».
N.- Luego preguntó a Jesé:
S.- «Se acabaron los muchachos?»
N.- Jesé respondió:
J.- «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas».
N.- Samuel dijo:
S.- «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue».
N.- Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel:
«Anda, úngelo, porque es éste».
N.- Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante
En tiempo de Jesús se pensaba que las enfermedades y las cegueras eran consecuencia de los pecados cometidos. Eso es falso: Jesús lo va a decir expresamente cuando le presentan a un ciego de nacimiento; Dios es un Padre bueno que no acostumbra a comportarse así. Pero, al curarle y devolverle la vista a un ciego, Jesús aprovecha para darnos una enseñanza muy importante. Escuchemos el relato que nos cuenta el Evangelio de Juan.
Lectura del santo evangelio según S. Juan
Pregonero.- Por orden del Sanedrín y de los Sumos Sacerdotes todo aquel que reconozca que Jesús de Nazaret es el Mesías, será expulsado de la Sinagoga y perderá los derechos de ciudadanía
N.- En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento (Sale el ciego)
L.- Andamos ciegos por la vida; deslumbrados por lo material y el brillo de las estrellas y los famosos; fascinados por el gustirrinín de las chuches y el gusto de los juguetes. Nos fijamos en las apariencias y valoramos a las personas por el tener, el poder y el saber.
Andamos ciegos para ver, y sobre todo ciegos para ver bien, pues sólo se ve bien con el alma y el corazón
N.- …y sus discípulos le preguntaron:
Ds.- Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego.
L.- Los hombres siempre buscamos razones para justificarlo todo, siempre buscamos culpables para condenarles o responsables para premiarles.
Ni éste pecó ni sus padres. Está ciego para que se manifiesten en él las obras de Dios. (Van saliendo ciegos)
L.- Todos tenemos algún tipo de ceguera. Tenemos ojos ciegos que no ven; ojos duros que apabullan; ojos iracundos que hieren y matan; ojos turbios que ensucian con la mirada; ojos miopes que no ven más allá de sus narices; ojos legañosos y perezosos de tanto vaguear; ojos muy cortos de vista
Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo soy la luz del mundo.
L.- Dios no ve la ceguera como castigo por el pecado sino como ocasión para manifestar su actividad salvadora. Yo he venido para hacer visibles las obras de Dios. Dios está en la ceguera y está en la sanación.
N.- Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego (gesto) y le dijo:
J.- Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
L.- Tienes que lavarte, Tenemos que lavarnos en el agua de la piscina del Enviado, que es lavarse en el agua del corazón de Cristo, en el agua del Espíritu, en el agua de la Iglesia. Sospecha de todos los médicos que se empeñan en curarlo todo. (En torno a la pila, se quitan las gafas negras y se lavan)
Ciego «VEO, VEO» (va a la pila y se lava)
N.- Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
Vs.- ¿No es este el que se sentaba a pedir? El mismo. No es él pero se le parece.
N.- Él respondía:
C.- SOY YO
V.- ¿Y cómo se te han abierto los ojos?
C.- Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé y empecé a ver
(Van cogiendo objetos luminosos dejados en el pie del cirio)
V.- ¿Donde está él? C.- No lo sé.
Canto: Con nosotros está
N.- Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó:
C.- Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
L.- Un hecho pequeño frente a una montaña de palabras «Sólo sé que yo era ciego y ahora veo». Ellos tienen el saber, el poder, el lenguaje; manejan los argumentos.
El permanece agarrado a aquel hecho. No podrán obligarle a que renuncie a su curación. El se encuentra muy bien con su salud recobrada, aunque a ellos les gustase que volviera a su ceguera anterior.
Que digan lo que quieran
N.- Algunos de los fariseos comentaban
Es. – Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
N.- Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego Es.- Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
C.- Que es un profeta
L.- No basta decir: «ese hombre llamado Jesús», ése sí era bueno, ése sí hacía maravillas, ése sí enseñó lo que es el amor y la compasión, porque ha habido y hay muchos hombres buenos en el mundo.
No basta decir: «ése es un profeta», porque ha habido y hay muchos profetas.
No basta decir: «ése es el enviado de Dios», porque…
No basta decir: «si este hombre no viniera de Dios no podría hacer nada», porque ha habido y hay muchos hombres de Dios.
Estamos llamados a decir: Yo creo, Señor, tú eres la luz de mis ojos. Sólo tú tienes palabras de vida eterna. Sólo en ti está la salvación. Sólo tú eres Señor.
N.- Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
Es. ¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Pds.- Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ahora ve, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
N.- Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él». Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
Fs.- Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
C.- Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.
Fs.- ¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
C.- Os lo he dicho ya y no me hacéis caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez? ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
N.- Pero aquellos ciegos no entendían nada. «Demasiado bonito para ser verdad», «Mejor lo malo conocido, que lo bueno por conocer», decían.
N.- Ellos lo llenaron de improperios (Libros y biblia-tablas) y le dijeron:
Fs.- Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.
C.- Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Fs.- Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? !fuera, fuera!
L.- No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Dejemos a los discípulos de Moisés, a los fariseos y a todos los que buscan excusas para no creer, dejémosles discutir porque no buscan la luz ni la verdad, sólo quieren tener razón.
Y nosotros sabemos que la verdad y la razón sólo están en Dios y en su enviado Jesucristo.
Y ojalá todos podamos decir: Yo sólo sé una cosa, que antes era ciego y ahora veo; que antes era oscuridad y ahora soy luz; que antes no conocía a Jesucristo y ahora lo conozco y lo amo.
N.- Y lo expulsaron.
L.- El ciego es expulsado de la sinagoga Y Jesús le sale al encuentro, (Traen el cirio pascual) le regala la luz que le faltaba, el don de la fe con el que vio a Jesús en todo su esplendor y se postró ante él, confesando
N.- Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
J.- ¿Crees tú en el Hijo del Hombre?
C.- ¿Y quién es, Señor para que crea en él?
J.- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es
C.- Creo, Señor
N.- Y se postró ante él.
Canto: «Creo en Jesús»
N.- Jesús añadió:
J.- Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos.
N.- Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
Fs.- ¿También nosotros estamos ciegos?
J.- Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste
L.- Como el ciego de nacimiento tenemos que hacernos una graduación interior como la del ciego curado para:
1º.-Ver a Jesús, en su palabra, en el pan, en el pobre, en los hermanos
2º.- Ver como Jesús. Quiere que veamos como Él y miremos como Él, con el corazón, es decir con comprensión, con compasión, con ternura
3º.- Ser luz. Vosotros sois luz; estamos llamados a ser luz
4º.- La luz del amor. Es la luz más clara, más convincente y más admirada: «El que ama a su hermano permanece en la luz…, pero el que aborrece al hermano está en tinieblas., y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.