Después del merecido descanso de las vacaciones de verano, nos volvemos a encontrar con nuestro grupo de catequesis y volvemos a iniciar nuestras sesiones, a fin de volver a experimentar la alegría de vivir el amor de Jesús en nuestras propias vidas.
De este modo comenzamos saludando a los niños del grupo y preguntándoles qué tal ha ido su verano, cómo ha sido la experiencia de cada uno y poco a poco la fueron contando tranquilamente.
Se realiza una pregunta clave:
¿Teníais ganas de volver a la catequesis? ¿Por qué? El diálogo comienza por parte de los niños y cómo no aparecen contestaciones muy simpáticas.
A continuación la catequista les pide que ellos se propongan objetivos a cumplir durante este año recordándoles que ya están en la recta final de su periodo de preparación para el sacramento de la Eucaristía. Comienzan libremente a dar sus opiniones sobre esos objetivos y por último, la catequista les lee el texto de la página 3 de su libro de catequesis para que ellos sean conscientes de todo aquello que este año van a tener que alcanzar.
Texto de la página 3:
«Vas a conocer que la Iglesia es una verdadera Madre. Ella nos transmite la vida de los hijos de Dios, la misma vida que Jesús, el Hijo eterno de Dios, quiso compartir con todos y cada uno de los seres humanos.
También este año vas a conocer alguno de los sacramentos cristianos: el Bautismo, la Confirmación, la Penitencia y la Reconciliación y, por último, la Eucaristía. Si consigues entender bien su significado, verás que participas mejor de su celebración.
Y, además de conocer y saber cosas de Jesús, tendrás la suerte de que Jesús pueda vivir en ti, en tu corazón, y sentirás que te acompaña en cada momento y circunstancia de la vida.
Por muchos motivos, seguro que te hace ilusión comenzar este nuevo curso. Pero si, además, te vas a acercar por primera vez a la mesa de la Eucaristía y al abrazo de perdón y de la misericordia de Dios, tendrás, si cabe, más ganas que otras veces. Aprovecha bien el tiempo y no olvides que este camino no lo recorres solo, sino acompañado por todos tus hermanos: tus padres, tus padrinos, tus amigos y todas las personas que formamos la comunidad cristiana».
¡Comenzamos!
Vamos poco a poco metiéndonos en materia y qué mejor forma de hacerlo que con el Evangelio de Jesús, para ello para este primer día elegimos la siguiente cita:
“La Parábola de los trabajadores de la viña, Mt20, 1-16”.
Los trabajadores de la viña
Por eso, con el reino de los cielos sucede lo mismo que con el dueño de una hacienda que salió muy de mañana a contratar trabajadores para su viña. Después de contratar a los trabajadores por un denario al día, los envió a su viña. Salió a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Vayan ustedes a la viña, y les daré lo que sea justo”. Ellos fueron. Salió de nuevo a mediodía y a primera hora de la tarde e hizo lo mismo. Salió por fin a media tarde, encontró a otros que estaban sin trabajo y les dijo: ¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada? Le contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Vayan también ustedes a la viña”. Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador: “Llama a los trabajadores y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros”. Vinieron los de media tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, se quejaban contra el dueño, diciendo: “Estos últimos han trabajado sólo un rato y les has pagado igual que a nosotros que hemos soportado el peso del día y del calor”. Pero él respondió a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Si yo quiero dar a este último lo mismo que a ti, ¿no puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia porque yo soy bueno?” Así los últimos serán los primeros, y los primeros, serán los últimos.
Les pedimos un momento de reflexión para sacar toda la enseñanza de esta parábola, de ellos salieron palabras como el egoísmo, los celos, la avaricia, la maldad, la envidia y llegaron a la conclusión que esto no es el camino de Jesús.
Por lo tanto, si le hiciésemos a Jesús la misma pregunta que a ellos en esta catequesis sobre su objetivo a conseguir, Él lo tendría muy claro:
“TENGO PARA TODOS VOSOTROS UN AMOR INFINTITO”
Como actividad para afianzar mejor el objetivo que nuestro Señor quiere para todos nosotros, colorean la ficha con el dibujo de Fano.
Por último los niños leen todos al mismo tiempo y en voz alta la siguiente oración:
Señor, he oído que ofreces la misma
bienvenida al pecador que al santo. Que
caminas con quien está enojado igual que con
quien está contento, y abrazas al grosero y
envidioso como al servicial. Incluso ofreces el mismo el
mismo amor al último que te encontró, que al
primero que te siguió, y tienes la misma
paciencia con quien está seguro en su fe que
con quien tiene dudas.
En mi experiencia diaria no pasa, así que
disculpa si tardo en creerlo. Si eres así, por
favor quédate conmigo en este momento.
Necesito hablar con alguien que me
comprenda y me quiera a pesar de mis dudas
faltas y pecados. Te presento estas dudas…y
estas faltas mías… Dame tu amor y tu paz que
tanto necesito.
Amén.