El refranero español lo dice bien clarito: “Obras, son amores… y no buenas razones…”.
Traspasado a la Parroquia, y consecuentemente al Evangelio que impregna todo, las palabras apenas varían: “…Por sus obras los conoceréis…”. Y si se quiere con mayor rotundidad, también hay una sentencia definitiva: “…La Fe sin obras en Fe muerta…”. En una Parroquia del alcance y la trascendencia de la nuestra, tanto por el Colegio, como por su Carácter de serio del Barrio, ¿qué razón tendría que fuera un templo sin más? ¿La Iglesia del Colegio Perelló? Son demasiadas las personas que necesitan de la ayuda de los demás…
Por circunscribirlas a nuestro caso en particular, la Parroquia se propuso dos acciones muy concretas:
- Para aquellos necesitados del barrio, de la Zona, y de otras zonas de Madrid que acogen a tantos otros, se decidió llevar a cabo la Operación Kilo.
- Para contribuir al proyecto que cada año la Diócesis nos encargaba como tarea de ayuda al Tercer Mundo, organizaríamos, entre otras acciones puntuales, El Rastrillo.
Sí, no era algo que hiciéramos nosotros en exclusiva. No era ninguna novedad la acción en sí misma. Lo que era verdaderamente novedoso era el volumen de chavales y mayores contribuyendo en una y otra tarea. La fuerza y la alegría que ponían en ellas; la ilusión que desplegaban; y el esfuerzo, a veces callado y duro, con que se llevaba a cabo.
Podrían ser varios los signos distintivos que pudieran caracterizar a la Parroquia Virgen de Lluc. Uno, que por su ubicación dentro del Colegio Obispo Perelló, siempre tiene un revuelo de jóvenes a su alrededor y en su propia idiosincrasia; dos, que por sus dimensiones físicas, todo es tendente a «puestas en escena» enormes; pero, sin duda, una de las características intrínsecas más características, es el inmenso sentido de la Solidaridad que la Parroquia tiene.
Solidaridad en el sentido más amplio del término; económica, material, sí… pero también, de ayuda a los demás, de apoyo al necesitado,… lo que el Evangelio señala muy directamente como un dedo apuntando: El prójimo.
No en vano, desde el principio, junto con Grupos de Oración, de Reflexión, de matrimonios, de las Catequesis, etc., etc… se creó, y funcionó como un auténtico Auxilio Social, el grupo de «Cáritas» que un matrimonio admirable, como Vicente y Dorita, ya con una cierta edad, y con más ciertas limitaciones físicas, llevaron hacia adelante con un ímpetu, un tesón y una constancia inimaginables en sus circunstancias.
EL RASTRILLO.-
1.-“Manos Unidas” asigna todos los años un proyecto a una o varias Parroquias de la Diócesis. Algo tangible para aquellos necesitados del tercer mundo que viven en el olvido del primero.
Una escuela; la construcción de unos pozos de agua potable; un hospital; el alcantarillado de un poblado… Proyectos cualquiera de ellos que en el mal llamado mundo civilizado sonaría a «chino». Las parroquias organizan sus campañas para recaudar los fondos necesarios para contribuir a ese fin.
Y es ahí, en ese contexto, donde la nuestra, allá por los primeros fines de semana de cada mes de febrero, organiza ese bendito «maremágnum», esa locura genial del Rastrillo, instalado en las aceras; sobre los muros del Colegio, y a ambos lados de la escalera de acceso a la Iglesia.
2.-¡¡El Rastrillo!!
¡¡Pasen y vean… pasen y miren!!… Pero sobre todo… por favor, que es para una buena acción… Pasen y compren…!!!
¿Pero qué se vende en el Rastrillo?…Pues… poco menos que de todo. Ríanse ustedes del Corte Inglés…!!! Aquí no hay etiquetas, ni maniquíes, ni joyería con nombres famosos… Pero, vamos! …por lo demás… Ya quisiera cualquier Corte Inglés tener la alegría, el ambiente de Fiesta, y trabajadores trabajando «gratis» como los que hay en el Rastrillo…
A su lado, de la mano, y de forma paralela, otro grupo no menos admirable de la Parroquia, «el Tercer Mundo». Un grupo, en su mayoría mujeres, amas de casa normales y corrientes, que entregaban las horas que podían y, a veces las que no podían, a recaudar fondos a través de sus actividades manuales, de artesanías, de mercados de productos autóctonos de esos otros países lejanos, para servir a algún proyecto específico, o, simplemente, para concienciar, y aportar ayuda a casos y cosas cotidianas: un hospital, una escuela, un pozo de agua potable… Solidaridad, una y mil veces la misma palabra, Solidaridad.
Así que, con esos precedentes, con esos apoyos, con esos espejos donde mirarse en los mayores, los jóvenes de la Parroquia se entregaban, año tras año, a esa tarea de recaudar, recoger, ayudar, repartir y compartir… Eran las formas de implicarse unos chavales en esa tarea evangélica, tan seria y tan admirable, con toda normalidad.
Eran sus tareas.
¿Qué no hay una joya de oro puro…? Ni falta que hace… hay un puesto de “Bisutería precioso con pendientes, anillos, pulseras… que ya quisieran otros…
¿Qué no hay unos juguetes electrónicos y carísimos de grandes almacenes…? Bueno… ¡y qué! Hay unos peluches, unos muñecos, unos coches, pinturas…vamos!! Menuda maravilla deben de ser a juzgar por las caras de quienes los compran.
¿Qué no hay un supermercado maravilloso de los que anuncian en televisión? Que no hay una tienda “Gourmet”?… Bah! Qué tontería… Ya quisieran tener esos Grandes Almacenes una “Cafetería” como la del Rastrillo, donde te dan un pincho de tortilla de patatas y un cafelito que levanta el ánimo de cualquiera por 2 euros… Para eso se han llevado las madres cocinando desde el día anterior y a primeras horas de la mañana… Para esas tortillas de amor… además de las patatas…
¿Qué no hay una sección específica de “Regalos” de lujo?… Ni falta que hace!! En el rastrillo está cualquier regalo que se quiera hacer con el corazón… y eso sí que es un lujo… Pensar que cualquier euro pagado por un libro, unos lápices de colores, una figurita de porcelana… pensar que eso beneficia a algún necesitado de esos que nadie sabe ni que existen… Eso sí que es un lujo!! Así que, para regalos de lujos…¡¡los nuestros!!
Ahh!! Y no se vayan ustedes a creer…!! Puede que en el Rastrillo no haya una floristería maravillosa en la que envuelven con papel de celofán y lazos de colores… Pero no hay plantas como las nuestras… Por algo será que, cada año, siempre se agotan las existencias de nuestros floristas…
3.Desde primeras horas de la mañana, cuando el frío corta que “se las pela”… ya están los chavales preparando los puestos.
Las salidas de Misa de mitad y final del domingo, hacen que aquello se ponga “a reventar”… La acera de la calle de esquina a esquina llena de gente dispuesta a dejar su granito de arena para la obra solidaria que nos ha encargado. Quien no compra aquí, compra allá… Quien no compra esto, compra lo otro…¡Qué más da! Si allí no hay siquiera Libro de reclamaciones… Si allí no reclama nadie… si allí todo el mundo es feliz entregando, ayudando a Dios…
4.O es que somos sordos?… ”Señor… ¿cuándo te vimos desnudo, hambriento, sediento y necesitado…?… Y bien clarito que nos lo dice… “…Cada vez que ayudasteis, disteis de comer o de beber, vestisteis al desnudo… Conmigo lo hicisteis…”
Claro como el agua…
Y eso, los jóvenes y los mayores de la Parroquia Virgen de Lluc… siempre, y muy concretamente el día del Rastrillo, lo saben muy bien.
LA OPERACIÓN KILO.-
- Como todos sabemos, por este clima nuestro, cuando en Madrid hace frío, hace frío de verdad.
Y cuando ya las calles se llenan de luces navideñas, villancicos y reclamos de compras a mansalva, en la Parroquia Virgen de Lluc se pone en marcha un auténtico dispositivo de «otro» concepto de la Navidad. Los más pobres, los más necesitados, aquellos que no tienen ni para cubrir sus necesidades primarias, pasan a ser los auténticos protagonistas en ese Belén viviente en que se convierten las dependencias de la Parroquia. Los chavales, al unísono con sus Catequistas, organizan una recogida de alimentos para todos ellos.
- Las calles se reparten entre unos y otros para facilitar la tarea…
Antes, unos días antes, ya se han encargado ellos de empapelar pisos, portales y buzones de correo avisando que van a pasarse por ahí tal día a tal hora… que van a recoger comida para los que no tienen….Que es la Operación Kilo..!!! Diciembre, de tarde-noche…calle a calle, casa a casa, piso a piso… Lloviendo o nevando… Da igual. Esa labor es irrenunciable. No hay excusa. Aunque lleguen a sus casas muchas veces, como han llegado, calados hasta los huesos… Los chicos van pidiendo, en el nombre de ese Dios que va a nacer pronto, alimento para quien le falta… Llaman a las puertas, recogen lo que les entreguen, sonríen… y se despiden: “… Gracias… y Feliz Navidad…!!”.
- Y así, una casa tras otra, el Grupo vuelve a la Parroquia cargado hasta arriba. Y no es una frase hecha.
Cualquier vecino del barrio, puede dar fe y constancia de esa imagen: los chavales llenos de bolsas, cajas y paquetes por las calles, camino del “Colegio”… Qué hermosa Cabalgata de Navidad… Cargados de alimentos para los que apenas tienen…!! Esa estampa tiene raíz; no es flor de un día, y tiene nombre propio en toda la vecindad:”… es la Campaña de la Operación Kilo de la Parroquia…”.
- Cuando llegan, otra hornada de chavales les esperan en las diversas salas organizando la intendencia: aquí el arroz, allí las legumbres, allí las conservas, más allá los dulces…
Hasta allí se acercan también todos los vecinos del barrio que voluntariamente vienen a entregar “sus presentes”… Matrimonios, jóvenes, mayores, ancianos…
La generosidad y solidaridad, estremece en muchos casos, sobrecoge en otros y llena de ilusión en todos.
Permítasenos, por favor, una anécdota conmovedora, una lección de amor.
Todos los años unos vecinos entregaban un lote: un saquito de arroz, un paquete de azúcar, unos cartones de leche, un botecito de canela y algunos limones… Y nos hacían el encargo: -“…Por favor,…entreguen todo este paquetito junto… a alguna familia que les parezca bien… que se puedan hacer estas Fiestas un poquito de “arroz con leche”… Lágrimas se nos caían. Sobraban las palabras. Aquello era Navidad de Verdad.
- Los días posteriores, toca hacer reparto.
Los alimentos se ordenan, se clasifican, se hacen lotes… Una parte importante siempre se entrega a alguno de los centros benéficos que acogen a esos marginados, pobres, mendigos… esos auténticos… ”llamados de Dios”. Algo que se les hace ver a los chicos en las Catequesis… y que ellos interiorizan y hacen propio. Y otra parte, no menos considerable, se destina a esos pobres y necesitados que viven en el barrio entre sus carencias y sus soledades…
En este último caso, los chavales vuelven a ejercer de auténticos «Pastores de Belén», y a cualquier hora , de noche o de día, festivo o laborable… van casa a casa , con cariño y discreción, a entregarles lo que han recogido previamente para ellos…Sí…para ellos..!!! Y los chicos saben, porque así se les ha hecho ver en las Catequesis, que esa es la Navidad…
Cualquiera de los que les hemos acompañado en esa tarea somos testigos de la gratitud infinita que demuestran estos auténticos Ángeles del Cielo. Pero también podemos asegurar que hemos sido unos afortunados de poder haber vivido, gracias a ellos, esta experiencia de Amor…
Eso,… no se paga con nada.