Me río yo de los exploradores y los colonos… me río yo de los aventureros del lejano Oeste… Me río yo de los pioneros del Far West…Exploradores… aventureros… pioneros… ¡¡Nosotros!! Aquel bendito loco de 27 años, con uno solo de «Misa Cantada», recién llegado a la Parroquia de Virgen de Lluc, reunió a unos cuantos chavales de sus colaboradores más cercanos y lo soltó a bocajarro:
-«Vamos a preparar un Campamento, unas Colonias para los niños de la Parroquia…»
-«Unas queeeee…?» «Tú estás loco, Jefe…»
Fue lo primero que se nos ocurrió decirle a Echeve ante su propuesta.
Unas Colonias, hace 40 años, no era ninguna tontería… No había «cultura» de campamentos, no había tradición, no había experiencia… No había nada de nada… Pero ¡¡nada!!
Y embarcarnos en esa tarea, por muy bien que nos la describiera, nos sonaba a «chino». ¡Un Campamento! Llevar a 60 niños a pasar 15 días de vacaciones al campo, al lado de la Sierra de Gredos, con un río… siendo nosotros los encargados de todo…!! Una familia, padres de uno de los monitores, encargados de la cocina…!! y nosotros a ser, según el momento del día, camareros, limpiadores de baños, cuidadores, entrenadores, catequistas, payasos, cantautores con guitarras, artesanos, vigilantes, y hasta veladores de su sueño a la hora de dormir…!!
«Tú estás loco, Jefe… Pero loco de remate!!!». Pero no… no estaba loco. La autoridad moral que tenía sobre nosotros, haría el resto. Estaba lleno de ilusión; y fue capaz de ir transmitiéndola uno a uno a cada monitor que cazaba a lazo. Esa presunta «locura» inicial, fue dando paso, poco a poco, a un cosquilleo, a una curiosidad, a un interés, a una toma de conciencia del regalo que Dos nos ponía entre manos: Educar en los valores, a través del juego, de las vacaciones, de las diversiones del verano, a un grupo de 60 niños.
Aquello era un privilegio… un reto, un desafío… un salto hacia lo “desconocido”,… “lo nuevo”…
Así que, así, sin comerlo ni beberlo, y desde luego sin mucho tiempo para digerirlo, nos embarcarnos en esa maravillosa locura. Y a modo de carreras, caballos, rifles, y caravanas… nosotros tiramos de pañoleras, tiendas de campaña, balones de fútbol, pinturas, bañadores, silbatos, gorras, sacos de dormir… Y emprendimos nuestro viaje al Lejano Oeste particular. Si ellos pudieron con lo desconocido, nosotros también podríamos con esta aventura. Si ellos colonizaron las llanuras salvajes… Nosotros colonizaríamos los sitios a donde fuéramos. Nadie sabía cuánto iba a costar… cuánto esfuerzo… Nadie sabía cuánto iban a durar… Como a esos pioneros, nos movía la ilusión y la esperanza…
Ya van por 40 Campamentos…
Los 60 niños, fueron 150… y luego 200….y luego 300…
Echeve lo había logrado. Echó la semilla en la Parroquia y arraigó de forma espectacular. Aquellos primeros niños de entonces, llevan a sus hijos ahora… Habían nacido «Las Colonias».
El día a día
1.-Como cualquiera puede imaginarse, semejante tarea, y más partiendo todos de cero, requería un empaparnos de lo que La Colonias significaban. Había que preparar todo. Toda infraestructura era poca. Desde balones a pinturas de cera desde cuadernos a guitarras, desde cuentos a juegos… desde canciones a lecturas… ¡¡Todo!!
Los meses previos a Julio, eran de un bullicio y una efervescencia permanentes. Cualquier momento era bueno para reunirnos e ir preparando nuestra caravana. Ninguno sabíamos ninguna canción… pero teníamos que aprenderlas… ¿Cómo íbamos a decirles si no, a los niños, que a «Mi tía Josefina le gusta ir a bañarse a su piscina»… y que «Soy uno cuando estoy solo… y dos si tú estás conmigo…» Cómo contarles que el camino se andaba» Pasito a pasito o… pasazo a pasazo…».
Había que ensayar… aprender… preparar… leer… Muchos verbos… Teníamos que aplicar muchos verbos… ¡¡Era lo que exigían las Colonias!!
Nos reuníamos, los monitores y Echeve, en cualquier sala que encontráramos libre en la Parroquia… y allí… un día y otro, y otro… Mucho trabajo. Pero fue ese trabajo el que nos iba llenando de ilusión la mochila, de tal manera, que ya, aquello se convirtió en nuestro «modus vivendi»; estábamos todo el tiempo pensando en ellas, trabajando en ellas, preparándolas… En la Parroquia, en nuestras propias casas…
Las Colonias, definitivamente, nos habían atrapado.
2.-Y así… sin darnos cuenta… llega el día… 1 de julio. Y llegaban todos los 1 de julio sucesivos.
Desde primera hora los niños y sus padres en la Puerta Principal del Colegio. Los autobuses que nos recogían a todos, y, antes de pensarlo, ya estábamos de camino a Candeleda. Luego vinieron Arenas de San Pedro, Jaraíz de la Vera, Valladolid, Tarazona, Sangarcia… El ritual del día 1 de julio de cada año, se iba cumpliendo con puntualidad y exactitud «echeviana» , que era mucho más que británica… ¡¡mucho más!!
Repartir a los niños en las habitaciones, ayudar a los más pequeños, ordenar la ropa, preparar todo… Esa iba a ser nuestra casa, nuestra vivienda, …nuestro hogar durante 15 días, y teníamos que acomodarnos y acostumbrarnos a él lo antes posible.
Alfonsa y su marido, Ángel; años después, además, Bene y Vicenta… Madrugaban cada día, ¡¡y de qué manera!! para hervir la leche, cortar el pan, preparar mantequillas y mermeladas, y que los niños, ¡¡a las 9 de la mañana!!, tomasen su desayuno calentito y llenasen de energía el depósito. Falta les iba a hacer. En Colonias, cada día es de un ritmo frenético, agotador… y maravilloso.
Tiempos de Colonos del Far West aquellos del principio… ¡¡Ya te digo!!
El tendero del pueblo, con su furgoneta, trayéndonos los «víveres» que se iban agotando con el paso de los días. La planificación del menú era un poco sobre la marcha. Hoy le llamarían «on line». Entonces, el resumen era:» mañana ya veremos… si hoy nos traen la carne, estofado;… si no hay carne, ensalada campera…». Y Santas Pascuas. Y tan felices!!!
3.-Nosotros, los Monitores, no dejábamos de ser, en definitiva, Catequistas de la Parroquia. Era la hora de «La Formación».
Y ahí, teníamos las mejores salas de reuniones para tratar de transmitir esos valores que pretendíamos. Las mejores salas, ya digo. ¿Cuales?… En el suelo… mirando al Almanzor…; debajo de un cerezo, que para eso estábamos en la Vera, …en las umbrías del río… ¿sería por sitios?… Y así, desde el punzó de partida de lo sencillo, íbamos desgranando aquellas palabras que los niños tenían que asumir como propias: compartir, perdonar, la familia, los amigos, la bondad, la alegría.. ..Así de simple… Así de grande… Así de hermoso…
4.-Los deportes y el baño eran los momentos de explosión y de algarabía… Rienda suelta a los juegos, las risas,… El río de Candeleda, el río de Jaraíz, … aguas limpias y frías bajando desde las montañas de Gredos que eran el mayor disfrute de todos los niños… A los más pequeños, se les buscaba algún remanso poco profundo para que chapotearan a su gusto… La belleza de aquellos ríos, era, lo aseguro… indescriptible y abrumadora…
Uno de los juegos favoritos, que los niños esperaban cada año, y que los Monitores preparábamos con esmero, metiéndonos en el agua literalmente, desde el amanecer, para comprobar que no hubiera ningún peligro, era «El Vadeo»: subir río arriba desde un punto a otro, en mitad del cauce salvando obstáculos que les preparábamos a modo de Gymkana. Todo el Grupo junto; los mayores tirando de los pequeños… Conmovedor… Un río en estado puro… nada de civilización alrededor… Agua, piedras, árboles, helechos, no era irreal. Era así… Que sí, de verdad… nada que envidiar a los Colonos del salvaje oeste…
5.-La comida nos esperaba a todos después del baño. Y os aseguro que, más allá de la leyenda de que los niños echan de menos los platos de sus mamás… la manera que tenían de devorar era considerable… ¡¡Qué rico les sabía todo!! Cuando a la vuelta les contábamos a los Padres lo que habían comido sus hijos, en cantidad y variedad, no se lo creían. «… ¿Que han comido verduras?… ¿Que les encana la sopa..???… Pero ¿qué me estás contando??».
Los sociólogos les llaman «adaptación al medio»… Nosotros les llamábamos “… eso es lo que hay…”.
6.-Una cosa es cierta cuando por esa zona dice hacer calor… hace calor de verdad…!! Así que después del baño y la comida… la hora de la siesta era… algo sobrehumano. Nos empleábamos a fondo para que los niños no se quedaran amodorrados. Había que hacer un esfuerzo titánico para lograrlo… Pero para eso estábamos allí los mejores cantantes del mundo… ¡¡para enseñarles a cantar y bailar¡! ¿Cómo hacer para conseguir que estuvieran activos a esas horas y con ese calor…?? Nunca nos lo explicábamos… pero lo hacíamos. Y a continuación, los trabajos manuales. Y construíamos de todo…: Typis indios, tiendas moras, pinturas rupestres, murales abstractos, jarras de barro, banderas, máscaras, esculturas, disfraces… La imaginación superaba con creces a la habilidad; pero compensaba también los fallos que se produjeran…
¿Se imagina alguien, hoy, 40 Colonias después, que un grupo de niños y monitores, sin herramientas, con sus manos desnudas, telas y trapos, temperas, palos y ramas… fueran capaces de construir, en mitad del campo, al borde de un río, tarde tras tarde, una» Kermesse» para el día de Padres? ¡¡Pero una Kermesse como Dios manda!! Con todas las atracciones que imaginase pueda!! En plena hora de la siesta, despreciando el calor… Emocionaba ver a los niños con esa ilusión: «recorta esto, trae aquellas maderas…»…» esa pintura… que no llega…” …”Cava aquí, clava allá…”…” ahora eso… tira de esa cuerda…” … Era uno de esos momentos en los que más tomábamos conciencia del privilegio que estábamos viviendo.
7.-Después de semejante trajín de cantos y manuales, venía otra sesión de juegos. De movimiento y carreras por la fincas el calor lo permitía; sedentarios, tranquilitos, a las sombras de los árboles, si no había forma humana de aguantarlo.
Las Gymkanas; la Oca, (pero una «Oca”, donde el tablero era… ¡¡la finca entera!!), los partidos de fútbol… las Olimpiadas… Había donde elegir. Medios, medios… lo que se dice medios… Pues como que no muchos… ¡¡Pero ilusión e imaginación para suplirlos.. ???? ¡¡¡A toneladas…!!!
8.-El baño de la tarde era esperado, no ya por lo divertido… Lo de » refrescante», de verdad, no era un adjetivo gratuito.
Era una franja de tiempo, desde los primeros chapuzones hasta la hora de cenar, reconfortante en lo físico… Y también en lo anímico…
La caída de la tarde… los atardeceres de verano… las puestas de sol en esos parajes… la naturaleza salvaje… Todo invitaba a una paz disfrutada después de una jornada agotadora. Unos aprovechaban para pasear… otros para ensayar algún número de actuaciones posteriores; otros cantaban con las guitarras de los Monitores… parecía mentira que la palabra «calma» o » tranquilidad» flotara en el aire… pero así era.
9.-Bueno… menos para el Equipo de Cocina (monitores incluidos), que desde horas antes ya preparaban la cena de las fieras…
Las sopas y ensaladas de Alfonsa, las salchichas y las tortillas duraban un suspiro… De postre, muchos días nos sorprendía con un » clásico»… sus famosas natillas…
Confesaremos desde aquí un » pecadillo» a modo de anécdota. Seguro que Dios no nos lo tendrá muy en cuenta… Cierto día, falló la entrega de fruta… la furgoneta no llegaba… La Cena se echaba encima y los niños no tenían postre esa noche…¡¡Ni hablar!! ¡¡De eso ni hablar!!… Sin permiso ni conocimiento de Echeve, unos cuantos monitores nos fuimos… digamos que…» de paseo»… a la finca de al lado con unos cubos y unas cajas de cartón…
Resumiendo: nunca habrán tenido mejor postre de cena los niños que el montón de Frambuesas, Ciruelas y Cerezas que les pusimos en la mesa…
– “¡…y esoooo???? .. De dónde ha salido…?»
– «No preguntes Jefe, No preguntes…!!”
10.- Y tras la cena, llegaba el momento esperado de «El Fuego de Campamento”.
En los primeros años, era algo tan simple, y tan lleno de ternura como una Hoguera, literal, alrededor de la cual se cantaban canciones dulces y suaves; se contaban cuentos o chistes, o se hacía alguna actuación de algún teatrillo improvisado. Todo muy simple… Pero lleno de amor… Momentos mágicos…
Con el paso de los años, y de las Colonias este momento, y este nombre de «Fuego de Campamento», fue derivando hacia el «Juego de Noche». Normalmente juegos espectaculares visualmente hablando; con música de fondo; de ambientación deslumbrante… Eran esos Juegos en los que «echábamos el resto». Juegos de un trabajo previo en Madrid enorme, y de una preparación exhaustiva, larga y metódica. Eran unas auténticas «puesta en escena», que, en no pocas ocasiones, terminaban con todos, niños y monitores, entre lágrimas y aplausos, emocionados por esa mezcla de diversión, asombro y espectáculo… «El Casino»; «La Fuga»; El Totem» …Nombres míticos de Juegos nocturnos que, año tras año, modificando algunas pinceladas, teníamos que repetir, sí o sí… ante la exigencia de los niños…
Claro que… si hablamos de Clásicos… qué decir de aquél disparate que se nos ocurrió uno de los años en Candeleda…
-» …Jefe!…Esta noche vamos a hacer un Baile…!!! ¡¡¡Los niños tendrán que ir todos disfrazados de los años 20,!!… ¡¡quitaremos las sillas, montaremos una pista de Baile… haremos una Cena espectáculo!!!
-¡¡Hay que ir al pueblo a comprar, eso, esto, aquello y lo otro…. Patatas, gusanitos, coca-colas, fantas… Chucherías… vasos de plástico, plartos, manteles de papel…!!»
-¡¡Diremos en la cocina que preparen sandwiches… nada de platos!!…»
-» Un baile de Gala, Jefe…!! Un Baile de Gala como en Hollywood…”
Echeve asintió… Aceptó la propuesta… Vio la ilusión que nos rebosaba a los monitores por aquello… ¡¡No se había hecho nunca!! Se nos ocurrió sobre la macha.. El éxito fue legendario. La imaginación de los niños… sin límites… Los disfraces, con lo que teníamos a mano, digno de enmarcar. Y esa fue la grandeza…. y la lección que aprendimos…
Aquello costó en términos monetarios, una barbaridad… Fue el aprendizaje… Semejante locura tenía que ir preparada desde Madrid al milímetro. No era lo mismo, buscar, encontrar y comprar toda la comida, la bebida, la decoración (farolillos, confetis, globos…) en una ciudad, que en un pueblo a 7 kilómetros de nuestra finca. Echeve nos enseñó el error… y nos aplaudió la genialidad… A partir de entonces, cada año, llevábamos toda clase de intendencia desde casa. Todos asumimos el fallo de nuestra improvisación y aprendimos la lección.
Pero todos agradecimos al “Jefe”, que, una vez más, nos permitiera dar rienda suelta a nuestra imaginación en favor de los niños. Había nacido el clásico de los clásicos: “El Baile de Gala”. ¿Se imagina alguien a unos Monitores, con ayuda de los niños mayores, transformando el Comedor en «El Titánic”…, en «El Moulin Rouge»… en un “Cabaret”…¡Pues lo hicimos!! Los niños son los mejores notarios y dan fe ¡¡Lo hicimos!! Y así, día a día se iban consumiendo las Colonias. Con un vértigo y una celeridad a la que nunca nos acostumbrábamos.
- Hasta el año 1992, las Colonias tenían esta estructura bajo la forma de una serie de actividades, juegos, manualidades, etc… de una manera inconexa.
Se nos ocurría esto o esto otro; era divertido; a los niños les gustaba… Pues, ¡hala!, se hacía. A partir de ese año, Echeve comenzó a darle vueltas en su cabeza a una idea de Campamento que supusiera un paso más. Pocas veces le vimos más frenético. Nos llamaba y nos comunicaba cada idea nueva y cada proyecto. Nos reunía, nos explicaba, nos pedía que trabajáramos sobre esto y lo otro… Echeve era, no ya el motor; en esa etapa, era una» turbina»… No daba descanso. Ni se lo daba a él, el primero… ni a nosotros. Día y noche dándole vueltas y más vueltas. Piénsese en la envergadura de la idea. Hablábamos de 300 niños y 35 monitores en números redondos. Era montar, en el sentido literal de la palabra, una Ciudad durante 15 días en según qué época.
Se trataba de que todo estuviera conectado entre sí; que la formación tuviera una línea de unión con las construcciones y manualidades; que estas a su vez, estuvieran enfocadas hacia los juegos de tarde o noche. Incluso, la misma estructura de los Grupos de los chavales tendría un patrón determinado. Ya no solo se repartirían por nombres o edades; cada uno de los chicos tendría un «cargo», un «referente» .
¡Surgieron las Colonias Temáticas! Toda la Colonia, todas las actividades, bajo un mismo prisma común.
Los años sucesivos, las Colonias eran un » todo» :
«La Ciudad sin Ley» fue la primera: Era divertidísimo. A la hora de llamar a los chicos, según de que se tratara, mayores, medianos, pequeños… no lo hacíamos por sus nombres. Los llamábamos muy solemnes…
-«A ver… Los Alcaldes (los mayores de cada Grupo)… que se reúnan en la Pradera…
-«..A ver… los ministros de Cultura (un mediano, por ejemplo, de cada grupo); en la puerta del Comedor…»
Cómo asumían sus «cargos” cada uno… ¡¡¡Qué sentido de la responsabilidad!!!
¡¡Vamos…, preparad las urnas, que esta tarde hay elecciones para ver quien organiza las Olimpiadas… Que se reúnan los ministros de Deportes en la Piscina…!!
¡¡Qué trajín…!! Esto del Parlamento de los niños era una tarea ciclópea!
Los años posteriores, las Colonias temáticas siguieron su estructura prevista según de qué se tratara: “La Edad Media” (“Vamos… Los Lancelots… Que se reúnan en el Torneo en la explanada… Las Reinas de Ginebra… que preparen con sus doncellas el Baile del Castillo…”); “Roma”…”Egipto”…”El Cine”… Era infinitamente más difícil unir todo; pero, efectivamente, fue un paso adelante. A iniciativa de Echeve, se decidió escribirlas, ponerlo «negro sobre blanco». Se reflejaron en un libro. Cuando coincidíamos en algunas de las Reuniones de Parroquias, de varias Parroquias, en «Convivencias» o «Encuentros» de Grupos Juveniles…; ¡¡No se lo creían!!…
– «Pero… ¿de verdad sois capaces de hacer todo esto con 100 niños?… »
– “… Con 100, no… ¡¡con 320!!. ..» Les respondíamos. Alucinaban!!
A partir de divulgarse nuestra experiencia de Colonias, en más de una Parroquia, y no solo de Madrid, pasaron a tenernos como un referente. Hicimos «Escuela», literalmente.
Esa idea inicial de Echeve parecía al principio una «locura». Pero fue la «locura» más genial que se ha visto nunca al respecto. Muchos de nosotros podemos dar fe de que, en el «mundo de Colonias«, hubo un antes y un después a raíz de esto. No existían, no se hacían Colonias Temáticas… Un día » suelto», sí… El día de Indios; el día de China, etc. Pero ¡¡15 días seguidos bajo un mismo Tema… nunca!!
No había libros en las Librerías especializadas… Era impensable. Ahora sí… Ahora existen. Echeve las creó; nosotros las llevamos a cabo.
Sin ningún pudor, con toda la humildad, pero con toda la satisfacción, lo podemos afirmar rotundamente: Las Colonias Temáticas hoy se hacen, en Madrid, y en todas partes, porque a «alguien», se le ocurrió la genialidad… La trabajó con la constancia de un poseso…y la transmitió a sus monitores, que las llevaron a cabo.
Los niños que vayan hoy día a los campamentos, tienen en el mejor de los sentidos, y sin saberlo un reconocimiento hacia quien pensó y trabajó para ellos como solo pueden hacerlo los que hacen de esa tarea una razón de vida.
12.- No teníamos nunca noción del tiempo…si era 5 ó 7… lunes o jueves… Lo único que sabíamos era que los días iban pasando.
Los vínculos afectivos que se creaban entre todos eran de una ternura y un cariño increíbles. El baile del último día era un esfuerzo extra de los monitores para evitar que la emoción nos desbordara. La llegada a Madrid, el 15 a mediodía, era indescriptible, o mejor dicho, muy descriptible. Besos, abrazos, recuerdos de momentos, firmas y dedicatorias…y sobre todo llantos y más llantos.
Foto colectiva en la puerta de la Parroquia y… todos a coro: “Canta… canta…canta… no dejes de cantar…” El que terminó convirtiéndose en el himno del Campamento.
Los padres, sobre todo los «primerizos», alucinaban… El único «consuelo» era pensar que, a los pocos días, quedaríamos con los «mayores» para comer y pasar un día de excursión por Madrid. Era la mejor manera de poner, no ya solo el punto final (porque en Colonias no existe eso…), sino la primera piedra para las próximas Colonias.
…Ya quedaba menos…