Dinámica con la Parábola del «Buen Samaritano».
En esta sesión realizamos una dinámica de preguntas a los niños para promover sus respuestas sinceras y que puedan dar su opinión. Así, la catequista favorece un diálogo-debate con los niños para que participen activamente de manera que, ante varios casos que les formula, entiendan la parábola del “Buen Samaritano”.
- ¿Cómo amar a Dios? Nosotros decimos que queremos amar a Dios y a Jesús. ¿cómo podemos demostrárselo?… Parece muy difícil porque no lo vemos, ¿verdad? Es más fácil demostrar algo a alguien que está presente.
- ¿Cómo actuaríais…?
- Si vais por la calle y veis a un anciano que se tropieza y cae al suelo.
- Si encontráis a una persona desorientada.
- Si en el patio un niño o niña se ha resbalado y se ha hecho sangre en la rodilla.
- Si os encontráis con un ciego por la acera o en la escalera del metro.
- Si alguien te pide algo para comer.
- ¿Pensáis que la gente por lo general es buena con los demás?
- ¿Y si os encontráis con un borracho? ¿lo ayudaríais?
- ¿Y si es un drogadicto?
- ¿Y un pobre en malas condiciones?
Como vemos las preguntas son cada vez más difíciles de responder pues queremos hacer entender a los niños la Parábola del “Buen Samaritano”, en la que no sólo se muestra lo que cuesta ayudar a otro sino que cuando entre dos personas existe rivalidad parece imposible que se puedan ayudar uno a otro.
- Vamos a ver qué nos dice Jesús sobre esto, con una PARÁBOLA (pág. 75).
Se les explica primero, antes de leer la parábola y para comprenderla mejor, quiénes eran los samaritanos, los judíos, la relación entre ambos y los cargos que tenían las personas importantes (sacerdotes, levitas, maestros de la Ley etc.).
A continuación leemos la parábola, una vez y de nuevo una segunda vez. Esta vez la catequista pide a cada niño que vaya subrayando en su libro las palabras y frases importantes. Tras esto, les explicamos el momento histórico en el que se encontraban y la rivalidad que caracterizaba a los dos pueblos (Judea y Samaría).
Parábola del Buen Samaritano
Por aquel entonces un maestro de la ley que estaba escuchando a Jesús predicar, se levantó y le dijo.
-Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar vida eterna?
Jesús le contestó… -¿qué esta escrito en la ley?, ¿qué lees en ella?
El maestro de la ley respondió… -Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús le dijo… -Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás.
Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, le preguntó a Jesús… -y ¿quién es mi prójimo?
Jesús le respondió con esta parábola…
«Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó cayó en manos de unos salteadores que, después de desnudarlo y de golpearlo sin piedad, se alejaron dejándolo medio muerto.
Casualmente pasó por aquel camino un sacerdote del templo de Jerusalén, y, al ver al hombre herido, se desvió y pasó de largo.
También pasó por allí un levita, e hizo lo mismo: dio un gran rodeo y se alejó del lugar.
En esto, llegó un samaritano que iba de viaje. Al llegar junto a él y verlo, sintió una gran lástima y se acercó.
Luego, le curó las heridas con aceite y vino, y se las vendó.
Por último, el samaritano montó en su caballo al herido, lo llevó a una posada y allí estuvo cuidándole.
Al día siguiente, le dio dinero al dueño de la posada y le dijo: Cuida bien de este hombre, y lo que gaste de más, te lo pagaré cuando vuelva.
Al terminar la parábola, Jesús le preguntó al maestro de la ley… –¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
Le contestó el maestro de la ley… –El que tuvo compasión de él.
Jesús, entonces, le dijo… –Vete y haz tú lo mismo».
Los niños leen el siguiente texto de su libro:
- Jesús, como el Buen Samaritano, no nos amó sólo con palabras, sino con obras.
- Jesús sintió lástima por los enfermos.
- Jesús se acercó a los leprosos.
- Jesús liberó a algunas personas que estaban poseídas por el mal.
- Jesús quiso mucho a los niños.
- Jesús consoló a los tristes.
- Jesús dio de comer a los hambrientos.
- Jesús quiso comer y entrar en las casas de personas de mala fama, a los que todos consideraban como pecadores.
JESÚS ES EL BUEN SAMARITANO
Oración
Jesús, tú que pasaste por el mundo haciendo el bien a todos,
especialmente a los pobres, a los enfermos, a los tristes,
a los que pasan hambre y sed, y a los pecadores;
ayúdanos, para que también nosotros
hagamos como hizo el Buen Samaritano.
Haz que en verdad nos amemos unos a otros
como tú nos has amado,
y que un día podamos gozar de tu amor en la vida eterna,
tal y como nos has prometido, si perseveramos en el amor.
Te lo pedimos a ti, que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.