Para esta tercera semana el libro de catequesis “Dios es nuestro Padre” nos presenta la historia de Caín y Abel, como ejemplo bíblico de la envidia. Y para que pueda ser más sencillo de entender por los niños, uno de los padres contará el cuento “El bosque de la moda”.
CUENTO: «El bosque de la moda»
Había una vez un bosque en que todos sus animales vivían en armonía, felices y contentos. Un día, una familia fue a pasar el día al campo, y uno de los niños olvidó sus calcetines. Un mapache pasó por allí al poco de irse la gente, encontró los calcetines y decidió probárselos. Le quedaron tan bien y le hicieron tanta gracia, que ya no se los quitó, y empezó a pasear todo el día con ellos por el bosque.
Todos los animales hablaban del nuevo aspecto del mapache, y algunos sintieron cierta envidia al ver que se convertía en el centro de todas las miradas, así que en poco tiempo empezaron a aparecer por el bosque ardillas con camiseta, conejos con botas, topos con gorra, y ¡hasta un pájaro en calzoncillos! El doctor oso, el médico del bosque, movía la cabeza diciendo a todos con los que se cruzaba: «Eso no puede ser bueno. Los animales no llevamos ropa porque no nos hace falta», pero nadie le hacía caso y todos le decían que era un anticuado y que no sabía ir a la moda.
Pero no pasó mucho tiempo hasta que empezaron a verse las primeras consecuencias del furor por la moda en el bosque: la ardilla se enganchó la camiseta varias veces con la corteza de los árboles, quedándose a mitad del salto y cayendo desde gran altura; el topo trató de meterse en su madriguera sin quitarse la gorra, y se quedó atrapado a la entrada durante todo un día, y uno de los pájaros se lió las alas con la ropa que llevaba y aterrizó sobre unos cardos, pinchándose hasta los huesos. Incluso el mapache, con sus radiantes calcetines, resbaló un día en una de las rocas del río y casi se ahoga.
Cuando los accidentados pasaban por la consulta del doctor oso, a todos les recetaba la misma medicina: «Anda, quítate ese ropa, que un día te vas a matar». Según iban haciendo caso al doctor, dejaron de tener accidentes, y así se dieron cuenta de que ellos no necesitaban nada de eso, y que había sido una gran tontería empezar a llevar ropa de moda sólo por la envidia y por lo que comentarían los demás.
JUEGO: «¿Por qué yo no?»
Se entregan unas golosinas a ciertos componentes del grupo señalando cualquier razón por la que se les entregan los caramelos. Se pide a todos los niños que expresen por escrito cómo se sienten. Posteriormente leen al grupo su estado de ánimo.
Podremos comprobar que existen tres posturas: la felicidad de los que recibieron golosinas, la envidia de alguno que no las recibió y por último, aquellos que no sintieron envidia con respecto a los niños que sí las habían recibido.