Misa de familias – Domingo I Adviento – Ciclo A


Hemos comenzado el periodo de ADVIENTO, es momento de revisar nuestra casa del mundo y con ello es posible que empecemos a pensar: – ¡pues sí que necesitamos hacer reformas!

Es como si nuestra casa tuviese goteras, tuberías con escapes, vigas medio rotas, los habitantes desunidos… Nuestra casa del mundo necesita una reforma, necesita renovarse, así es que pongamos un letrero en nuestra gran casa del mundo en el que ponga “en reformas”… las cosas no van bien y para arreglarlas… ¡NECESITAMOS a JESÚS!.

La casa destruida con la que hemos decorado el hall de nuestra Parroquia en este tiempo de Adviento, simboliza la revisión que hemos de hacer de nuestra propia casa interior, de tratar de reparar todo aquello que destruye nuestra vida y lo pone todo “patas arriba”, todo aquello que destroza nuestras ventanas que no son otra cosa que nuestra forma de VER la VIDA y la de los demása través de la nuestra, destroza nuestras puertas, que son nuestra capacidad de ACOGER a los demás dentro de nuestra vida o… también la necesidad reparar la fachada, pintándola y así PINTAR nuestro CORAZÓN con el ESPÍRITU.

También recordamos así que, si hace 21 siglos, Jesús nació en el lugar más humilde de todos, el establo, hoy JESÚS también nace en los lugares más humildes, en las casas destruidas por la guerra o catástrofes naturales… donde su presencia y su PALABRA se hacen más necesarias que nunca.

El cofre de nuestro decorado es otra invitación a la reflexión semanal a través de las palabras clave que contiene: DESPERTAR, PREPARAR, TESTIMONIAR Y RESPONDER.

Tras el diluvio universal, todo empezó bonito, como estrenando casa nueva. Parecía que todo iba a cambiar y que la casa del mundo iba a ser en adelante como una gran familia de amigos, pero con los años los hombres hemos vuelto a estropearlo todo… y el mundo está hecho un desastre. De nuevo necesitamos la ayuda de Dios, a través de Jesús.

¿Qué podemos hacer ante tan innumerables problemas, de cuya solución depende la dicha y la vida de gran parte de la humanidad? Preferimos no pensar mucho en ellos, se nos olvidan con facilidad, ya tenemos bastantes con nuestros propios problemas. ¿Qué otra cosa podemos hacer?

Tenemos un CORAZÓN que es un manantial inagotable ya que «el amor de Dios ha sido derramado en ellos»; de ellos puede salir GRACIA y MISERICORDIA para comprender y compadecer las necesidades y miserias.

Tenemos nuestras MANOS, no para destruir y guardarlas en los bolsillos; si las unimos y entregamos podemos construir una sociedad nueva. Las manos son para UNIRSE, CREAR y COMPARTIR.

Todos deseamos y esperamos un MUNDO NUEVO, una sociedad nueva, porque la que tenemos es muy vieja, no por los años, sino por el poco espíritu; es vieja, fea, mala, egoísta y hasta cruel. Trabajemos y luchemos por cambiarla, por hacer un mundo dichoso y bello. NO PODEMOS RESIGNARNOS.

Si celebramos el Adviento, trabajemos por un mundo nuevo.

Decorado para el tiempo de Adviento en la Parroquia Nuestra Señora de Lluc

Eucaristía de familias en el primer domingo de Adviento

Lectura del profeta Isaías 2, 1-5

Visión de Isías, hijo de Amós, cerca de Judá y de Jerusalén: al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes , encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor». Será el árbitro de las naciones, será el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

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Decálogo de Adviento

  1. Vive con esperanza. Sueña con ese haz misterioso que, con el rostro de un Niño, unirá el cielo con la tierra.
  2. Sal al encuentro, y no vivas de espaldas, de aquellas situaciones que tienes sin resolver. Rebaja las dosis de tu egoísmo personal.
  3. Piensa qué caminos son los que, Dios, no escogerá para entrar dentro de ti. Algunos de ellos no contienen sinceridad, verdad o afán de superación.
  4. Agárrate un poco más a la oración. Ella te dará la sensibilidad necesaria para prepararte a la llegada de Aquel que viene con un objetivo: nacer en ti.
  5. Trabaja por hacer un «belén» allá donde te encuentras. Dios nace en cada hombre que ilumina su entorno con la luz de la justicia, la bondad y el perdón.
  6. Participa en la eucaristía dominical y, si puedes, hazte también presente en ella diariamente. Culminarás el adviento con la sensación de que los profetas y María, te han guiado como nunca, al encuentro de Cristo que viene.
  7. Descubre que, en lo pequeño, es por donde Dios entra más fácilmente y donde mejor se le puede ver. Un detalle vale mucho y, a veces, cuesta poco.
  8. Aleja, si es que todavía lo recuerdas, todo aquello que en las pasadas navidades diste como bueno pero que no te aportó felicidad, espíritu de fe, ni equilibrio interior.
  9. Renueva tu deseo de recibir a Cristo. No dejes que te roben el espíritu de la Navidad. Con la escucha de su Palabra, y su posterior reflexión, te harás fuerte ante esos embistes.
  10. Limpia, no solamente las figuras del belén, sino además el gran pesebre de tu corazón. Dios, para nacer, dormir con paz y con calma, prefiere tu vida interior reluciente, serena, convertida y nítida.

Si Dios viene en Jesús, ten en cuenta que le gustaría ser recibido. Por lo menos, por los suyos.

Hoja Parroquial para el Adviento 2016

¡Feliz Adviento 2016!